lunes, 19 de diciembre de 2011

Benjamin Lacombe - Mathias Mathieu

En la noche más fría del siglo XIX...







No podemos volver jamás sobre nuestros actos pasados, ni siquiera con un reloj en el corazón...






Las penas amorosas pueden transformar a la gente en monstruos de tristeza... 






Por mucho que uno se deleite con la Luna, tambien necesita del Sol...

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viernes, 16 de diciembre de 2011

Sam Taylor Wood

Ernst Gombrich se permite evocar la magia que la contemplación de los bodegones habría de suscitar en el espectador habituado a una realidad de cosas pasajeras: "Aquellas espléndidas visiones que eran festín de la mirada evocaban recuerdos y excepciones de festines disfrutados y fiestas por venir." Festín de la mirada, perpetuación del goce sensible más allá de toda temporalidad, pero, al tiempo, esta misma experiencia -que es también la de la fotografía- llevaría incorporada ella misma su desilusión, su melancolía, su desengaño. Pues, al cabo, como sugiere Gombrich, "los placeres que estimula no son reales; son mera ilusión. Probad a echar mano al sabroso fruto o al tentador jarro, y os daréis contra un frío y duro cuadro. Cuanto más hábil es la ilusión, más impresionante, en cierto modo, es el sermón sobre apariencia y realidad. Cualquier naturaleza muerta es ipso facto, una vanitas." Signo, entonces, de un tendencial romanticismo fúnebre que es incapaz de entender el estatuto de la belleza más que en su calidad de hallarse siempre amenazada. Estamos ante una sensibilidad todavía presente en muchos de los ejemplos de vanitas contemporáneos, como en la serie de velas de Manuel Vilariño, o también, aunque sea al modo de una cierta revisión irónica, tal como sucede con algunas obras de McDermott & McGough. Es, en fin, indudable que el afecto melancólico, esa transitoriedad con que se revela la fugacidad maravillosa de las cosas, acompaña casi siempre al género, de modo que la naturaleza muerta se correspondería con ese simbolismo peculiarmente equívoco de la tragedia más o menos inminente que subyace siempre en toda belleza. De ahí el énfasis en la representación de libros usados, flores marchitas, velas que se apagan, relojes, clepsidras, frutos que se estropean, o todo un universo simbólico que remite a la brevedad y la frágil insustancialidad de la vida: objetos de fumar y de juego, vino, monedas, instrumentos de música, cristalería fina, collares, pompas de jabón ; dimensión melancólica que hace evidente un ejemplo famoso: la representación de los cinco sentidos de Jan Brueghel de Velours, en el Museo del Prado: una personificación femenina del sentido de la vista que, rodeada de todas las conquistas de las ciencias, de cuadros, bustos y antigüedades suntuosas, incorpora el gesto clásico de la Melancolía, manifestando la resignación y el pesar que acechan al propietario de objetos al tomar conciencia de que la propia brevedad de la vida es lo que impedirá su disfrute y consumo duradero. Lo mismo ocurría, para Barthes, al contemplar una fotografía: ese acto se correspondería con un verdadero descenso al reino de los muertos, una experiencia de duelo y de radical pérdida, antes que nada de los sujetos y objetos amados. Una separación a la que ninguna intimidad parece resignarse, aunque justamente en el deseo de acompañar las cosas resida el dolor por su transitoriedad. Hay, en este punto, en la naturaleza muerta un claro sentido poético que muy pronto se impuso por encima de cualquier virtuosismo mimético, como si esos sus minúsculos incidentes -tal como por ejemplo acontece a menudo en la obra de Gabriel Orozco- aspirasen a dar testimonio de un anima minima que se siente afectada por lo que, aun innombrable, la sobrepasa y la marca con el sello de su fatalidad, incluso de su terribilitá -piénsese en el imaginario tremendo, por desbordado, de un Witkin o en la condición sacrificial de las criaturas que retrata Vilariño. No hay para nada, desde luego, en las obras más recientes del género, eso que también Roland Barthes había encontrado en la pintura de bodegones holandeses del XVII: el establecimiento triunfal del lugar del espacio del hombre y su imperio sobre los mil y un objetos de la vida cotidiana. La reciente humanidad que se determina y mide a partir del recuerdo de sus gestos y de la autoridad con que imprime vida a lo inerte, formándolo y manipulándolo. Tal vez eso todavía se podía encontrar en Sougez o Sudek, y singularmente en la pintura de bodegones de Cézanne -si acaso, como excepción ahora, en alguna imagen aislada de Evelyn Hofer, o un cierto clasicismo lumínico en Jeff Wall: una suerte de reconciliación entre las cosas y el mundo a través de la imagen, un sentido rebosante de paz rural y doméstica, de tranquilidad levemente crepuscular y dominical. No puede haberla, en medio de un mundo poblado de distracciones y demencia. El universo de fabricación contemporáneo excluye, evidentemente, eso que Barthes apreciaba en los holandeses: el brillo, como resultado de su gusto apacible por la cualidad más superficial de la materia; para incluir lo que precisamente en aquella pintura orientada hacia la felicidad estaba vedado: el terror. Se ha invertido el orden clásico, y lo que era el mundo sustantivo del hombre ha pasado ahora a manos de los objetos, tornándose la propia humanidad algo ciertamente plebeyo y adjetivo. Este rasgo es, creo, particularmente evidente en nuestra tardomodernidad, donde ha reaparecido un cierto biografismo confesional, un yo débil que narra sus trastornos y con ellos, o por ellos, su propia afectabilidad (los casos del finlandés Esko Männikö y los viajes a través del abandono de Alec Soth son, en este sentido, suficientemente representativos). Es como si el autor, a partir del desvalimiento que pronuncia, tratase de mostrar en medio de esa precariedad existencial la herida de una difícil permanencia. De modo que, al manifestar su miedo a la vez que una cierta ternura, este tipo de confesión íntima y personal surgiese precisamente como efecto de haber abandonado el espacio protegido por los grandes sistemas y discursos que configuraron la Modernidad. El género de la naturaleza muerta es, en sí mismo, una clara relativización de todo poder material y propiedad, y de cualquier aspiración a una totalidad sistemática. Resulta, en verdad, un manifiesto enumerativo de lo fragmentario, de lo periférico, de las cosas bajas o secundarias de que hablara Vasari. El artista de bodegones muestra, así, su interés por los detalles inaprensibles y los despojos, por las dimensiones secretas, residuales o marginales de la visión y de la imagen, como si el margen y el matiz fuesen los recursos técnicos y perceptivos que permitiesen la inserción del trabajo más proyectivo de la imaginación. En este sentido, además, la naturaleza y la fotografía se compenetran a la perfección, desde el punto de vista de que el medio fotográfico es absolutamente conveniente para revelar un cierto carácter de abandono desordenado de los objetos, una atmósfera de instantaneidad e indeterminación; lo que es como decir el propio carácter fotográfico de la realidad representada. El bodegón contemporáneo manifiesta, antes que otra cosa, por tanto, una escena donde proliferan los desórdenes, los errores, debilidades y derrotas, un cierto destino de ruina cotidiana donde la vida despliega todo su velo de opacidad y el individuo parece haberse vuelto nada más que una instancia sometida a los engaños y a las inestabilidades que lo invaden siempre desde fuera. Habría que ubicar aquí la emergencia contemporánea de imágenes de una domesticidad cutre y desolada o de una identidad atemorizada en la tediosa insistencia de la seducción de su propia y siniestra mismidad colapsada en un egotismo regresivo, a menudo sin salida (es este un aspecto que los bodegones de Wolfgang Tillmans no dejan de revelar, como el dramatismo reiterativo de los mensajes sobre objetos caseros de Priscilla Monge). Habría que pensar también en el realismo sucio o en lo que se ha llamado arte abyecto, donde la estructura tradicional de separación entre el arte y lo real parece haberse desplomado, en una suerte de materialidad o fisicidad muy crudamente naturalistas, próximas a lo residual o a la categoría del asco y presentadas prácticamente sin ninguna mediación estética, sin detenerse ante lo fisiológico o lo obsceno, lo criminal o lo bestial, como si ya no hubiese un marco de representación capaz de contener ese empuje traumático. La noción de abyección -adecuada por ejemplo para ciertas imágenes de Cindy Sherman- intenta justamente definir una serie de fenómenos cuyo carácter esencial es el derrumbe de la frontera entre interior y exterior; el desbordamiento de toda identidad subjetiva y el colapso del sentido, en manos de la emergencia irrefrenable de una inmundicia corporal o una escatología traumática y perturbadora que, paradójica y dolorosamente, acaba por convertirse en la única garantía de una experiencia de vida reducida a radical inconceptuabilidad e incomprensión. Tales prácticas artísticas, donde se aprecia la tendencia a redefinir la experiencia en términos de trauma, funcionarían al tiempo como indicios de una insatisfacción con el modelo discursivo de la cultura, gestos dirigidos contra la abstracción de una razón asfixiantemente teorética, y en especial como respuestas a las convenciones representacionales de la realidad social, singularmente el imaginario del consumismo, por no hablar además de una clara desesperación por la persistente crisis de enfermedad, contagio y muerte omnipresentes en nuestro tiempo. En este sentido, la naturaleza muerta actual pone en escena una interioridad en crisis, como vivencia oblicua del propio cuestionamiento que se ha producido del modelo humanista, permitiendo aflorar una finitud o mortalidad tremendamente acuciantes, reales -y gestando por ello una especie de pietas respecto del propio cuerpo de la identidad herida y de las huellas históricas con que el presente lo está marcando- a la vez que, en algunos casos se convierte en el vehículo de transmisión de contenidos simbólicos fuertemente dramáticos, a través de composiciones que reflejan la violencia y el propio dramatismo de la existencia -pienso de nuevo en Witkin o Vilariño, también en la obra de Hong Lei, o en el enfático marcaje de la decrepitud que encontramos en los vídeos de Sam Taylor-Wood-. En algunos de estos ejemplos la imagen se proyecta hacia el horizonte de lo trascendental, como en una suerte de nostalgia por categorías universales y fuertes del ser y la experiencia. Renacimiento de lo trascendente que resulta, claro, paradójico, en la medida en que este humanismo espiritual se despliega en el tenso registro de lo traumático o de un yo colapsado. Para todo ello es particularmente adecuado el género del bodegón, pues permite, de manera ciertamente literal, la reconsideración moral de lo concreto, del particular, de la vida más secreta y en suspenso en tanto que aquello irreductible a toda publicidad e intercambio, lo que constituye la latencia misma del terreno de lo público y del dominio espectacularizado de nuestro tiempo, sometido a todo tipo de mediaciones y manipulaciones genéticas y digitales. Es así que la naturaleza muerta ilumina magníficamente la especificidad irreductible de cada experiencia; determina, en cierto sentido, una concepción de la existencia ligada irreparablemente a una situacionalidad topológica muy concreta, lo que conduce hacia un trabajo infinito de interpretación que, preparada para captar lo específico y más singular de la materia, ha de ser consciente asimismo de la necesaria aprehensión precaria, insatisfactoria, de cada acontecer. Breve fábula, circunscrita y marcada por el sesgo subjetivo; forma de narración \"convivial\" donde el sujeto es asumido ya no como un inicio puro, y por ello su experiencia ha de encontrarse siempre en parte predispuesta y sugerida por todo tipo de usos, circunstancias y contextos o universos de fabricación que la anticipan y determinan (como esos tomates transgénicos, manipulados y plastificados, que retrata Jean-Luc Moulène, como las criaturas de plástico de Teresa Cavalheiro). He ahí, sin embargo y todavía, la evidencia de los objetos, llevados siempre a la luz de un primer término, tal como ya propiciara Caravaggio en la primera naturaleza muerta documentada como tal, el famosísimo cesto de frutas de la pinacoteca Ambrosiana. Acaso el primer ejemplo de una estética visual que no por casualidad culmina con el procedimiento fotográfico y que habría que conectar con el empirismo de un Berkeley (Esse est percipii): las cosas existen sólo en tanto pueden ser percibidas, para lo cual es necesaria la luz que ilumine la oscuridad, el estado universal del mundo.

Alberto Ruiz de Samaniego Exit nº18


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Sam Taylor Wood:


miércoles, 14 de diciembre de 2011

Edu León



Edu León lleva siempre la cámara de fotos encima, durante las horas de trabajo y las de tiempo libre, con ella registra cada control policial a inmigrantes que encuentra en cualquier barrio de Madrid. Hace unos días, iba a coger el metro cuando vio cómo una pareja de policía secreta pedía los papeles a un joven extranjero. Sacó la cámara y un vigilante que andaba por la zona avisó a los agentes, que tras retenerlo primero en las instalaciones del transporte público y llevarlo después a la comisaría, decidieron requisarle su cámara. Desde entonces no puede trabajar. “Se amparan en la seguridad del metro porque dicen que allí no se hacen fotos, pero sí puedes hacerlas si consideras que hay un hecho noticiable. Y yo considero que estos controles discriminatorios a personas que tienen un color de piel más oscuro son noticia”, asegura León.
No es la primera vez que se enfrenta a una situación así. A finales de junio también fue detenido y llevado a la misma comisaría por el mismo motivo. Es colaborador del periódico Diagonal, y junto a su compañero fotógrafo Olmo Calvo, lleva meses capturando imágenes que demuestran que las redadas contra inmigrantes existen a pesar de las reiteradas negativas del Ministerio del Interior. Con ellas han producido la exposición Fronteras Invisibles, imágenes de esas fronteras que surgen y  desaparecen en el interior de las ciudades como Madrid. ”Son controles que arma la policía en los metros, las paradas de autobuses o en cualquier esquina de cualquier barrio. Son fronteras invisibles porque para los nacionales y los que tienen papeles no existen pero sí para los que no tienen papeles y viven este drama de, incluso, tener hecho un mapa mental de los lugares donde habitualmente está la policía para no ir por esas zonas porque saben el riesgo que corren”, nos cuenta Olmo Calvo. El vídeo de la exposición tiene licencia Creative Commons, “para que todo el mundo lo vea”.
Su archivo de fotografías no ha parado de crecer en los últimos dos años, y lo sigue haciendo día a día. “Empezamos a tratar este tema porque hacían las redadas en una plaza muy cerca de donde tenemos el local del periódico y vimos que no tenía reflejo en los medios de comunicación masivos a pesar de que era un tema que todo el mundo conocía y que todo el mundo veía en los metros y las plazas de diferentes barrios”, asegura Olmo Calvo. Hace cinco meses publicaron un especial y fue ahí donde empezaron a dedicarle más tiempo a este proyecto que cuenta con la financiación de la Secretaría Nacional del Migrante de Ecuador. “Nos íbamos por la noche con las cámaras y nos levantábamos temprano para ir a lugares donde sabíamos que iban a detener incluso a gente que iba a buscar trabajo, como la plaza Elíptica (en Madrid)”.
Pero dicen que el mayor esfuerzo no ha sido buscar los controles sino el trabajo en sí, sorteando los encontronazos con la policía. “He sufrido muchas amenazas y un trato denigrante y despectivo en la mayoría de los casos. Me han dicho: ‘A ver a quién le haces fotos, no se las hagas a los policías porque te vas a llevar una sorpresa’, o nos exigen que borremos las fotos”, cuenta Olmo. “Imagina que te llegan cuatro patrullas de policía con el comisario a la cabeza y te dicen ‘vente a hablar 100 metros más para allá’ mientras sus compañeros te borran las fotos y él te dice que vas a tener problemas. ‘Si sigues con esa actitud te vamos a romper la cara’, como me han dicho a mí”.
Esas amenazas que denuncian los fotógrafos no quedan recogidas en las imágenes pero sí van acumulándose y minando sus fuerzas hasta rozar la autocensura. ”Son amenazas que ya no se quedan en lo personal del momento sino que va creando un poso que te obliga a autolimitarte hasta que llegas a pensar: ‘Ahí hay un policía, voy a guardar la cámara’. Pero ¿cuál es el problema de que te dediques a hacer tu trabajo? ¿Si no es una rueda de prensa o una manifestación no puedes hacer una foto en la calle?”, se pregunta Olmo Calvo. Edu León dice que la presión de los últimos meses le ha terminado pasando factura en lo personal. “Te provoca tal malestar que llegas a pensar que estás haciendo algo malo cuando haces tu trabajo, y aunque no fuera mi trabajo no hago nada malo si fuera un simple ciudadano que documenta un abuso policial”.
http://www.youtube.com/watch?v=RG-OYr_Bnyo




Y sorpresa de última hora, otra vez injustamente detenido:
http://www.diagonalperiodico.net/El-fotoperiodista-de-Diagonal-Edu.html


"Solo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar" Paulo Coelho
"Cuando se teme a alguien es porque a ese alguien le hemos concedido poder sobre nosotros" Hermann Hesse


Extraido de Periodismohumano.com

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Skalariak - Despideme: http://www.youtube.com/watch?v=pAB29Q1ZK3I
Edu León:


miércoles, 30 de noviembre de 2011

Kevin Carter

Esta es la mierda que habeis creado. Meteros vuestro puto mundo infeliz por el culo.



No me gusta el amarillismo que rodea la foto de la niña y el buitre, pero esto es lo que encontré...

"He llegado a un punto en el que el sufrimiento de la vida anula la alegría. Estoy perseguido por recuerdos vividos de muertos, de cadáveres, rabia y dolor. Y estoy perseguido por la pérdida de mi amigo Ken"



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Blunt - Los últimos días: http://www.youtube.com/watch?v=6Nt5JbaZJSY




miércoles, 23 de noviembre de 2011

Marco Di Lauro






"La guerra en el Líbano - Entre el 12 de julio y 14 de agosto de 2006, una confrontación militar importante se produjo entre Hezbolá e Israel, tras la captura de dos soldados israelíes y el asesinato de otros por parte de Hezbolá, en una incursión al otro lado de la frontera entre Israel y el Líbano. Después de los ataques por ambas partes, cientos de miles de civiles en Israel y el Líbano fueron desplazadas. "

(Foto inferior)

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Pan Pan - Quiet be good to me: http://www.youtube.com/watch?v=pQU36d1mg20
Marco Di Lauro:




martes, 8 de noviembre de 2011

Bruce Gilden

¿Bruce Gilden es alguien que ama a las personas y por eso ansía fotografiarlas y mostrarlas?, ¿es realmente alguien que admira o cuanto menos adora la humanidad y solo busca en ellos, como él afirma?, ¿o por contra es un personaje extravagante e irrespetuoso, egoista que solo busca una obra con la que comer, y que armado con el fotómetro, la cámara y un flash de mano sale a las calles de las grandes urbes exactamente igual que un cazador tras la presa? sin respeto, sin educación, sin ética... ¿pero con talento...? Cuando traemos al absoluto primer plano la búsqueda de la autenticidad, de la espontaneidad y de la pureza de la fotografía callejera, aunque por ello pisemos la técnica o la supremacía fotográfica al uso, nos encontramos con obras como estas , originales y provocadoras, retazos de pura verdad. Aquí hay un compendio de paseantes y sus situaciones, robados a mano armada al mismísimo tiempo, entrando a matar a Dios con un flashazo si hiciese falta. Hacedles un repaso es un momento perfecto para reflexionar sobre la humanidad y la sociedad que hemos creado. Es curioso ver a este excéntrico con aires de pescador volviendo a su chabola llena de gatos justo después de William Klein, estilo similar resultados opuestos, plasmación de la realidad contra evocación de mundos paralelos, o mejor dicho, quizá solo deba darle otro repaso en un momento distinto…
(Si veis el video posiblemente entendereis mejor el por qué de esta entrada o por lo menos descubrireis una manera distinta de afrontar la toma fotografica http://www.youtube.com/watch?v=kkIWW6vwrvM)




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Pianochocolate - Forgotten love: http://www.youtube.com/watch?v=H7PU9vwUGIA
Bruce Gilden:

miércoles, 2 de noviembre de 2011

William Klein


Me pregunto si tú, William Klein, tomarías algunas de tus fotografías pretendiendo o siquiera siendo consciente de lo que decadas más tarde conseguirías provocar en mi u otros aspirantes a sentir más y más a través de experiencias fotográficas. Viendo el amplio espectro de tu obra, desde algunas de tus fotos de moda, hasta varios de tus reportajes, la respuesta diría que es no.
Si, reconozcamos tu suprema certeza a la hora de disparar, reconozcamos tu inusitada habilidad para plasmar completos analisis psicológicos de un personaje o de una sociedad en unas pocas tomas, pero es que has conseguido que abra tus libros con miedo, solo oir tu nombre causa pavor, pavor y furor... Tú y tu habilidad para sacar el alter ego pesadillesco de los inocentes...


 ¿Sabes cuando te despiertas de repente entre sudor y lágrimas? Algo te ha hecho volver a la vida cortando cuan carnicero japonés el más terrible de los sueños, no puedes explicar lo que sientes...; solo uno se conoce a si mismo, sabe que le aterra, y solo su inconsciente es capaz de jugar con las fichas para provocar esas sensaciones más intensas que las que provoca la vida ahí fuera del mundo onírico. No puedo, es imposible explicarlo con palabras, antes hubiese dicho que con imagenes tampoco se puede, pero no puedo obviar la intimísima relacción entre esas imagenes que se graban a fuego en la cabeza tras un mal viaje por los sueños, tras un terrible trance amnésico y muchas de tus putas obras Klein...




"Preparados, apuntar, disparar. A propósito. Por casualidad. Disparar. El riesgo. No es pintar: componer, añadir, sustraer, cambiar. Pero sólo un golpe. Todo o nada. Bang, estás muerto. O vivo. No dejes nunca de reflexionar. Es asombrosamente raro uno que logra estar 15 segundos sin pensar en sí mismo. Constante. Normal. Absorto en hacer fotografías: tu reflejo en una muchedumbre. En uno ojo de plata. Reflejo. Reflexión. Clic. Te viene de la cabeza. La suma de lo que ves, crees ver, recuerdos, proyectos. Asesinar la vida. Todos los capullos de rosa se abren, es como apretar el gatillo. Indicios. Jeroglíficos. Llaves. Calculadoras de bolsillo, cada pulsador con su bip, su circuito. Raíz cuadrada instantánea, memoria. Dejà vu. Jamais vu. Revu. Posvisión. Previsión. Japoneses a carretadas hacen fotografías del palacio. Prueba. Celebración. Han estado aquí. Están vivos. Fotografían, luego existen. Vine, vi, triunfé. Veni, vidi, vici = fotografiar. Instinto de reproducción. Reproduce un mundo. Tu mundo. Su signo sobre ti. Deja tu signo. Quieto. No te muevas. Muévete. Sé natural. Una mirada, un gesto y un icono. Un microcosmos. Cada fotografía. Una célula. Suelta, dispara. Disparado, alcanzado. Caza. Cazado. De caza. De crucero. En desarrollo. Flashback. Disparo en francés = coup. Relámpago, rayo = foudre. Coup de foudre = flechazo. Lo sabes. Todo de una vez. Un hombre que se ahoga vuelve a ver toda su vida. Imagen. Imagina. Hacer fotografías = buscar el coup de foudre. ¿Cuántas veces puede alcanzar el rayo?".








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William Klein:



lunes, 24 de octubre de 2011

Andrés Serrano



Las reacciones que suscitan sus fotografías desenmascaran la realidad multifacética de la opresión. Sirviéndose de un lenguaje sumamente depurado, opone a la belleza formal de las imágenes contenidos que socavan nuestra mentalidad aburguesada y reticente a incursionar más allá de lo que consideramos “natural”, “políticamente correcto” o que amenaza nuestro pudor. La estetización no es para Serrano un fin en sí mismo, sino un arma para fundir los límites entre lo sublime y el oprobio, entre lo marginal y su dignificación, entre los espacios privados (el convento, la morgue) y su profanación. 
Las sugerentes composiciones de “Bodily fluids” sustituyen los pigmentos por semen, orina y sangre, que fluyen creando constelaciones galácticas y formas orgánicas que evocan pintores informalistas de los años cuarenta. Más impactantes son las inmersiones de figuras religiosas en esos mismos fluidos, que logran provocar desconcierto y sentimientos encontrados al oponer, a la esencia deliberadamente “sacrílega” del proceso creativo, la sobrecogedora belleza que adquieren crucifijos flotando en placentas doradas y “Santas Cenas” de burbujeante misterio. La disolución de los contornos ante la profusión lumínica remite a la expresividad de la pintura barroca, pero también al mundo “kitsch” de las reliquias y demás “souvenirs” eclesiásticos. 

Anna Adell Creixell



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Andrés Serrano:

Roger Ballen




Cada una de sus fotografías contiene la magia de la creación de un mundo propio. No se pueden resumir, ni definir en pocas ni en muchas palabras. Hay que verlas y atreverse a sentir. 


"La cámara es en último término un espejo del interior de cada uno, hay mucho que ver y encontrar."



"Estoy hecho de tantas cosas… Es difícil de decir. Cualquier persona que haga fotos se está expresando de alguna manera. El tema está en hasta dónde llega esa foto. ¿Cómo medir cuánto hay de ti y cuánto es algo más? Al final del día, las fotografías que he hecho son un reflejo de mi mente. Mi manera de trabajar es mi manera de estar en el mundo."


"Las buenas fotografías normalmente cuentan algo que puede resumirse en muy pocas palabras. Es todo visual, no hay comentarios verbales, es muy difícil hablar sobre ellas. Su significado está expresado en otro lenguaje."

"La gente mira mis fotos con detenimiento y un comentario común es que tratan sobre la oscuridad. 
Creo que es un engaño dividir la vida sólo en dos partes, la luz y la oscuridad. 
Mi comentario es que para poder ver la luz necesitas entender la oscuridad.
¿En la vida funciona todo junto?
Por supuesto, la vida es arriba y abajo, las cosas ocurren, piensas que son buenas y luego se vuelven malas, las cosas que empiezan pareciendo malas luego pueden girar y quizá se vuelven buenas."

"Hay una gran diferencia entre fotografiar la realidad y la manera que percibimos la realidad fuera de la cámara.  La cámara no saca la realidad como la vemos o sentimos, ese es el mayor problema en fotografía, la mayoría de la gente dice que pone sus emociones en la cámara, pero la cámara no tiene emociones."

R.S.F.

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Roger Ballen:


domingo, 30 de enero de 2011

Kenny Arkana

Hoy no me apetece ya hablar de fotografía.


Kenny Arkana - Victoria
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Yo soy Victoria, nacida hace 14 primaveras
En un pueblo cerca de Salta donde antes vivía
Ya pasaron más de 10 años
Que con papá y mamá
Mis hermanos y mis hermanas
Dejamos nuestros campos
Y vinimos a apilarnos en uno de estos ranchos,
A la entrada de la villa
Papá lo construyó, pero no está terminado
Solamente tengo vagos recuerdos de la villa
Mamá llora cuando me habla de ella
Porque no le gusta vivir acá
Los extranjeros quemaron nuestras casas para robar nuestras tierrras
Papá está furioso, yo no entiendo, habla sobre agroalimentario
Dice que los políticos son depredadores que siembran el miedo
Y que tienen estómago en lugar de corazón
Acá no hay trabajo, nuestras oraciones no se hacen realidad
Después de la escuela con mi hermana vendemos “brazaletes” por dos pesos
pero a pesar de todos nuestros esfuerzos, siguen los días sin comida
A la noche mamá llora, a la noche mamá no duerme

No llores, hija mía
Yo no perdí las esperanzas
Los bandidos dictadores
Jamás podrán destruir, la lucha de los pueblos
Que no pueden olvidar a sus desaparecidos

Mi vecino me dijo que durante la dictadura fue más duro
Por eso no voy a sentir lástima por mí, aunque acá no haya futuro
Me gusta estudiar, pero me dicen que está bien, pero es inútil
Acá muchos abandonan antes de saber escribir
En mi jardín secreto, cultivo el sueño de ser doctor,
Para curar a todos estos chicos enfermos, que no comen lo suficiente
No comprendo, en la cuidad veo a todos estos chicos pidiendo
Ante la indiferencia de la que se dice es gente bien
Me pregunto, no ven la miseria?
Se atropellan por bendecir al hombre que viene de otro hemisferio
Papá dice que nos tratan como perros
Gracias a Dios que tengo familia porque hay huérfanos cerca que viven en basureros
A veces lloro a escondidas,
Pero no por mucho tiempo porque pienso en mis padres que conocieron el canto de los militares
Y además la abuela siempre dice que la vida es esperanza,
Si no tienes más estás como muerto, y vivir es una hazaña?

Papá estaba furioso, cerca de la locura,
Una mañana cuando le informaron
Que su banco había robado todos sus ahorros
Impotente, todo el mundo estaba enloquecido
El no era el único, le había robado a toda la nación
Después de ese día, junto a muchas personas de la ciudad
Bloquearon las rutas, para bloquear la economía del país
Es su manera de hacerse entender
Pero yo tengo miedo que se vaya y no vuelva,
La policía es violenta,
Los llaman “piqueteros”
Y los periodistas son mentirosos
Dicen que son bandidos por eso hay personas que les tienen miedo
Papa dice que pueden matar a los hombres pero que no matarán la memoria
Las madres de los desaparecidos cantan siempre contra el olvido
Vivimos la fruta de una democracia perdida
En un país tan rico con tantos chicos con solo una taza de mate en sus estómagos
Porque nos controla la mafia del crimen
Yo no entiendo y cuando pregunto por qué
Siempre me dicen “porque estamos en Argentina”


No llores, hija mía
Yo no perdí las esperanzas
Los bandidos dictadores
Jamás podrán destruir, la lucha de los pueblos
Que no pueden olvidar a sus desaparecidos. 


miércoles, 26 de enero de 2011

Fazal Sheikh

Fazal Sheikh está especializado en bucear en el lado humano de los conflictos. Pone rostro e historia a los desplazados, los marginados y discriminados del Tercer Mundo.
 
"Se trata de dar dignidad a las víctimas y de no violentar su intimidad, como habitualmente hacen los medios de todo el mundo. En mi trabajo, planteo preguntas. No doy respuestas"

Aquí siempre hay espacio para la reflexión, para establecer un diálogo con los retratados que tienen la oportunidad de expresarse, un diálogo al que nos podemos incorporar a través de sus exposiciones o de sus libros.
Ante sus fotografías, las palabras sirven para evitar que prevalezca la superficie, para impedir que la belleza de las imágenes deje en un segundo plano la injusta situación en la que sobreviven quienes las protagonizan.
 
“Una cosa es fotografiar un grupo de gente y otra tratar de entenderlos. Para eso necesitas tiempo, paciencia y un innato respeto por la diferencia, por el abismo que puede existir entre tu y la persona que tienes frente de ti”.

“Durante los meses que trabajé en la India, a menudo me decían que diversas reformas legislativas y judiciales fundamentales habían mejorado notablemente las expectativas de las mujeres. Lo que yo ví y oí a diario, por el contrario, mostraba que el maltrato a las mujeres sigue reflejando un prejuicio cultural tan acendrado como cualquier segregación racial o religiosa. Llegué a comprender que la suerte de las mujeres mejorará no mediante una transformación grandilocuente, sino gracias al apoyo de personas comprometidas como las que hicieron posible mi trabajo y gracias al coraje de mujeres como las que tuvieron la voluntad y la determinación de contarme sus historias. […] 

Ahora una aseguradora multinacional pretende lavar su imagen mostrando su lado "comprometido" con una exposición y un libro. Que no os engañen. Yo les compré el libro (...)



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Karoshi - La belleza de la desobediencia http://www.youtube.com/watch?v=LRMYjm-2IV4
Fazal Sheikh:

lunes, 24 de enero de 2011

Gervasio Sanchez

Gervasio Sánchez carga con la herencia de algunas de las mentes más sobresalientes de nuestro tiempo puestas al servicio de la causa humana. Las palabras de la escritora Doris Lessing y del sobresaliente periodista Richard Kapuscinski perviven en la lucha de este extraordinario fotoperiodista que es Gervasio Sánchez.
Sus imágenes son verdades desnudas y su pluma una afilada lanza que Gervasio hunde, con férrea convicción, en el corazón indolente del totalitarismo y del cinismo político.

"Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi.
Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.
Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.
Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.
Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.
Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte."

"La primera víctima de una guerra es la verdad, y en este contexto el fotoperiodista intenta estar lo más cerca posible de la verdad. Yo he llegado a la conclusión de que la única verdad incuestionable de un conflicto son las víctimas, por eso creo que estar cerca de las víctimas es estar cerca de la verdad. Ellos representan el drama directo y el dolor, y muchas veces ni siquiera saben las razones por las que su país está la guerra."

"La falta de implicación de los ciudadanos en los problemas sociales es muy preocupante. Es por esta falta de interés que temas como la venta de armas no aparece nunca ni en las encuestas, ni en los debates, ni en la agenda política, aunque tiene mucha más importancia que la que le otorga la ciudadanía.
Las guerras se hacen con armas, algunas con armas españolas, y los conflictos armados provocan un drama humano de enormes proporciones que obliga a la población civil a huir de sus países para poder sobrevivir."

"Todo lo que ha ocurrido en Irak desde el 2003, ha sido parte de un plan por parte de Estados Unidos que ha fracasado totalmente. Y ante este fracaso y la incapacidad de entender la historia del país, se está produciendo una situación rocambolesca.
Ahora mismo, los propios americanos están intentando negociar con los grupos terroristas, intentando diferenciar unos grupos armados de otros, para formar coaliciones y aislar a los grupos más letales. Es el resultado de una guerra totalmente absurda y de una planificación de la post-guerra irakí, que personalmente conozco muy bien, desastrosa en todos los sentidos.
Mediante la información que se difunde, uno puede llegar a pensar que hoy hay menos muertos en Irak y que finalmente el plan de pacificación americano está triunfando. Nada más lejos de la realidad. Hay menos soldados muertos porque salen menos a la calle, y hay menos civiles muertos por la limpieza étnica que se ha hecho. Hay barrios enteros en Bagdad que antes eran multiétnicos y que hoy pertenecen a una sola etnia. Los ciudadanos de otros grupos religiosos han huido o los han matado."



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 Todo o nada - Guerra al tiempo: http://www.youtube.com/watch?v=OA606g1_D
Gervasio Sanchez:



sábado, 22 de enero de 2011

Francesca Woodman

Esconder el cuerpo exponiéndolo. Demostrar su inconsistencia, su impalpabilidad, acentuando cada una de sus curvas. Borrar su unicidad en una infinidad de réplicas. Obligarle a expresar los sentimientos que es incapaz de probar. Atraparlo detrás de un cristal, de un trozo de papel, en la corteza de un árbol, contradiciendo la mentira de su infinita libertad. Un elegante juego de espejos, donde el cuerpo es el único jugador. Su soledad, su genio, su tristeza. Su sensualidad que se lanza y que se queda flotando en una habitación vacía, incapaz de volver a tocar el suelo. Su tensión y su fracaso. La intimidad nos mima y nos acaricia, pero en Francesca Woodman agrede, hiere, duele. 

Sus obras hablan constantemente de esa intimidad infinita y lo hacen a través de la imagen, casi obsesiva, del cuerpo de la artista, la cosa que más le pertenece y que sin embargo más parece escapársele. Un cuerpo joven y al mismo tiempo maduro, que se refleja y rebota en otros cuerpos con los que se confunde, de los que se apodera, renunciando a una identidad con la que se siente incómodo y desapareciendo entre ellos. Un cuerpo que es uno y único y a la vez ninguno, que comparte una intimidad feroz, moderna y comprensible. Hay algo fuerte y aterrador en estos pequeños milagros en gelatina de plata. Nos tocan desde cerca, desde dentro, para luego dejarnos allí, en ese espacio de papel de seda en el que ella parece haber vivido toda su breve existencia. Un espacio a millones de kilómetros de aquí, donde los verbos no se conjugan nunca al tiempo presente.
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Vicente Amigo: Callejón de la Luna: http://www.youtube.com/watch?v=aNgylQeNzw8
Francesca Woodman: