sábado, 22 de enero de 2011

Francesca Woodman

Esconder el cuerpo exponiéndolo. Demostrar su inconsistencia, su impalpabilidad, acentuando cada una de sus curvas. Borrar su unicidad en una infinidad de réplicas. Obligarle a expresar los sentimientos que es incapaz de probar. Atraparlo detrás de un cristal, de un trozo de papel, en la corteza de un árbol, contradiciendo la mentira de su infinita libertad. Un elegante juego de espejos, donde el cuerpo es el único jugador. Su soledad, su genio, su tristeza. Su sensualidad que se lanza y que se queda flotando en una habitación vacía, incapaz de volver a tocar el suelo. Su tensión y su fracaso. La intimidad nos mima y nos acaricia, pero en Francesca Woodman agrede, hiere, duele. 

Sus obras hablan constantemente de esa intimidad infinita y lo hacen a través de la imagen, casi obsesiva, del cuerpo de la artista, la cosa que más le pertenece y que sin embargo más parece escapársele. Un cuerpo joven y al mismo tiempo maduro, que se refleja y rebota en otros cuerpos con los que se confunde, de los que se apodera, renunciando a una identidad con la que se siente incómodo y desapareciendo entre ellos. Un cuerpo que es uno y único y a la vez ninguno, que comparte una intimidad feroz, moderna y comprensible. Hay algo fuerte y aterrador en estos pequeños milagros en gelatina de plata. Nos tocan desde cerca, desde dentro, para luego dejarnos allí, en ese espacio de papel de seda en el que ella parece haber vivido toda su breve existencia. Un espacio a millones de kilómetros de aquí, donde los verbos no se conjugan nunca al tiempo presente.
----------------------------------
Vicente Amigo: Callejón de la Luna: http://www.youtube.com/watch?v=aNgylQeNzw8
Francesca Woodman:

No hay comentarios:

Publicar un comentario